Hay veces en que la teoría de que los estrategas militares de la antigüedad han traspasado su herencia a los políticos de hoy en día parece cobrar pleno sentido. Cierto es que al común de los mortales las intrigas de los palacios municipales, insulares o autonómicos se la traen bien al pairo. Pero también lo es que cualquier ciudadano bien informado y (aunque sea relativamente) curioso cogería los periódicos del día con la misma avidez que un ama de casa de los setenta se abalanzaba sobre los folletines radiofónicos.
Si hay que creer a pies juntillas lo que cuentan los políticos de esta capital, de esta isla y de este Archipiélago, los hermanos de formación de Ángel Llanos estarían siendo más crueles con él de lo que fue Claudio con su hermano, el rey de Dinamarca, en la inmortal obra del dramaturgo que nació junto al Avon.
La caja de los truenos se abrió la semana pasada con el anuncio de que Llanos sería relevado de sus responsabilidades en la vicesecretaría de organización del PP. Por más que Manuel Fernández se hartase de declarar que la decisión había sido tomada «para que se dedique por completo a la oposición en Santa Cruz, al igual que Antona en La Palma, porque tenemos las elecciones muy pronto y quizás las Generales se adelanten al próximo año», la cosa, por lo visto, no convenció ni dentro de sus filas.
Y es que la suavidad del grupo de gobierno respecto al Plan General había levantado sospechas. Teniendo en cuenta que, desde que abandonaron el grupo de gobierno, los concejales del PP en la capital no habían dejado pasar ni la más mínima oportunidad de criticar todo lo imaginable, razonable o no, la verdad es que quedaba un poco raro que no se sumasen con entusiasmo a tan jugosa carajera.
Los comentarios de que se estaban llevando a cabo gestiones para tratar de reeditar el pacto CC-PP en la Casa de los Dragos no se hicieron esperar. Pero, por supuesto, el trato llevaría incorporada la baja de Ángel Llanos en la corporación municipal y su consiguiente traspaso a un carguito en una administración superior. Más que nada, por incompatibilidad manifiesta con Zerolo. A fin de cuentas, no es nada que el PP no haya hecho antes. En el pasado a medio plazo tenemos a Guillermo Guigou y en el más reciente, a Eva Navarro en Puerto de la Cruz.
El caso es que, con las elecciones acechando desde la loma y media ciudad fuera de ordenación, CC y PP parecen condenados a entenderse. Sobre todo porque lo ocurrido en los últimos meses pasaría factura en las urnas a ambas formaciones. Y por mucho que el PSC en la capital no parezca levantar cabeza, tampoco es cosa de arriesgarse. Aunque haya que interpretar dramas clásicos. La pregunta ahora es ¿buscará venganza algún Hamlet?