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Estoy empezando a preocuparme por este Gobierno y lo digo de corazón. La omnipresente imagen de Paulino sembrando trigo, arando papas, entregando viviendas, inaugurando cofradías y corriendo la maratón se ha contagiado a otros miembros del Ejecutivo que, cuando hacen o dicen algo, se dejan llevar por el desmedido ímpetu presidencial sin reparar en sus consecuencias. El ejemplo más reciente es el de la caza y captura del funcionario que, en lugar de estar en su puesto o ventanilla amargándonos la vida con el sello, la compulsa, el timbre o el certificado que falta en nuestro expediente, ha decidido irse directamente a la playa para no sólo jodernos la vida burocrática, sino matarnos de envidia cochina.


El ardor patrio que les ha entrado de repente a José Manuel Soria y a sus huestes tiene su razón de ser en el descubrimiento de las exuberantes bajas que diezman la Administración Pública canaria, lo cual no deja de ser sorprendente porque llevan unos cuantos años en el gobierno de estas Islas y dudo mucho que no se hayan percatado de la situación hasta ahora. Salvo que los funcionarios propiamente dichos se hayan puesto de acuerdo para bajarse del trabajo y pasearse por la playa todos juntos al mismo tiempo y a la misma vez.
Lo cierto es que Coalición Canaria y el Partido Popular han ido acrecentando los puestos públicos –sean funcionarios, laborales, contratados, temporales, a dedo, adjuntos, asesores, de carrera, de la familia, sustitutos o a tiempo parcial- con el mismo entusiasmo con el que Rivero ara la tierra en Fuerteventura. Y no es menos cierto que Coalición Canaria y el Partido Popular, con igual o mayor brío han ido relegando a cuartos oscuros, a despachos sin salida, a garitos de escalera y hasta a los huecos del ascensor a funcionarios que hacían bien su trabajo por el simple hecho de que antes de que llegaran ellos trabajaron con otros. Para políticos nacionalistas o populares, pero “otros”.
No se han preocupado, en tantos años que llevan, por profesionalizar la Administración Pública. No conozco ni un solo caso de un mal funcionario puesto de patitas en la calle. Les encanta la burocracia con la misma violencia con la que ahora están siendo condenados a pagar indemnizaciones millonarias. Y claro, tanto desmedido afán por no hacer las cosas bien ha terminado por pasarles factura: ahora no tienen dinero para pagar las sustituciones y cargan contra los más débiles. Y de qué forma. Si es verdad que las bajas laborales de la clase administrativa canaria es tan alta, si es verdad que hay tanto baja fraudulenta, si es verdad que la mayoría va a la playa a tocarse los higadillos para no hacer lo propio con todos nosotros, a qué está esperando el responsable de la Función Pública canaria para presentar la dimisión inmediata.
Eso sería demasiado fácil, es mejor disfrazarse de Wally y lanzarse a las playas canarias a buscar al ignominioso funcionario que provoca la afrenta pública de este Gobierno. Si los buscaran en los recovecos de las sedes del Ejecutivo, también encontrarían a muchos trabajadores desconsolados por desempeñar una tarea, igualmente afrentados. Pero eso sería mucho pedirle a este Gobierno. Desgraciadamente…
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