a babor
A la ministra de Justicia le crece la nariz. Cierto que tal y como anda su propio patio, revuelto de Cardenales, Fungairiños y Liaños, no es de extrañar que le patine el embrague. Margarita Mariscal ha confundido la posición del Gobierno regional, contraria a la supresión de los juzgados de Telde, San Bartolomé de Tirajana, La Laguna y Puerto de la Cruz, con un inexistente informe favorable al cierre de estos juzgados, pretendidamente elaborado por el Gobierno de Canarias. Por si eso no fuera bastante, la ha liado al plantear que debe ser el Gobierno de aquí el que se haga cargo de satisfacer las reivindicaciones retributivas de los funcionarios de Justicia, a pesar del dictamen del Consejo de Estado que impide a las autonomías establecer modificaciones salariales para los cuerpos nacionales de funcionarios públicos. Podría decirse que lo que ocurre con la ministra es que tiende al despiste, como su colega Aguirre, pero es que además de compartir ignorancia, esta resulta bastante menos simpática. Deben ser las malas compañías.
Pero si lo de la ministra Pinocha no es de recibo, menos aún de recibo resulta el canto de su grillo particular, Pepito Bravo. Resulta que el presidente de la Cámara canaria ha tenido el descaro de apoyar la posición del Ministerio en el conflicto abierto con la Comunidad Autónoma acerca de las transferencias de Justicia. Y de hacerlo justo el mismo día en el que los grupos parlamentarios se pronunciaron unanimente en contra de la posición del Ministerio. Anteayer, en sesión plenaria, todos los grupos parlamentarios -incluyendo el del PP- dejaron meridianamente claro que Canarias carece de competencias para asumir los complementos salariales reclamados por los funcionarios de Justicia actualmente en huelga. Fue una unanimidad que honra a la Cámara, por cuanto se produce al margen de fáciles demagogias, y bajo la presión de los huelguistas concentrados a las puertas del Parlamento. Y es contra esa unanimidad de criterios de la Cámara que preside, que Bravo de Laguna hace unas sorprendentes declaraciones en las que asegura con más malicia que seso que ya se han pactado las tranferencias y con eso «los problemas, las soluciones y la capacidad de negociación pasan del lado de la administración canaria».
Puede entenderse que Bravo quiera hacer méritos ante la ministra, incluso en contra del parecer de su propio partido en Canarias. Eso es cosa suya. Lo que no es aceptable es que Bravo vuelva a las andadas: sigue sin entender que no puede vestir simultáneamente el traje de presidente del Parlamento y el delantal de lacayo.
Colchón:
Si lo de la ministra Pinocha no es de recibo, menos aún lo es el canto de su grillo particular, Pepito Bravo, que ha tenido el descaro de apoyar al Ministerio