a babor

Ni él mismo, en el disparo de salida, creía ser la persona adecuada para esta batalla. Es como si a Almunia se le hubiera enfrentado Anastasio Travieso, por citar a uno. Pero al final, las cosa se ponen en marcha y resulta díficil pararlas. Entre bromas y veras, y ante la absoluta falta de respuesta por parte de quienes podían realmente darla (un Juan Carlos Alemán, un Augusto Brito), lo cierto es que Navarro se ha convertido en lo que -según el mismo dijo- no quería llegar a ser nunca. De liebre, por pura deserción de los lebrerles con más pedigrí, este hombre único se ha matamorfoseado en galgo.
¿Puede Gabriel Navarro ganar las próximas elecciones?
Francamente creo que no tiene ninguna posibilidad frente a lo que él denomina ‘dinosaurios’ de la política canaria. Pero tampoco creo que Saavedra pueda ganar a los nacionalistas y la derecha, y eso no le inhabilita para presentarse y ser un magnífico candidato.
Lo que convierte a Navarro en ‘inadecuado’ es lo mismo -exactamente lo mismo- que le hace atractivo: su inocencia política, su inexperiencia como gestor, su ausencia de carisma y -sobre todo- su lejanía del anquilosado aparato partidario del PSOE canario. De hecho, es este último factor el que despierta mayor simpatía hacia su gesto de presentarse. Un gesto que -en su origen- tenía más de ético que otra cosa, pero que -con las primarias ya rodando- comienza a apuntar perfiles guerreros.
Pero quien está conviertiendo las primarias regionales del PSOE en una suerte de guerra entre David y Goliat (calificar a Saavedra como Goliat es pura licencia literaria), no es Gabriel Navarro ni su heterogénea avanzadilla de promotores y seguidores. Los que están convirtiendo las primarias regionales en un remedo de pelea de mal estilo son los ‘defensores’ de Saavedra. Más papistas que su Sumo Pontífice, gentes como Felipe Hernández o Melchor Núñez o Eustaquio Santana, contribuyen a dar la sensación de que las primarias entre Saavedra y Navarro, además de inútiles para el objetivo buscado -dinamizar al PSOE canario y mejorar las espectativas electorales-, están desarrollandose de una formas inelegante y -si se apura el calificativo- hasta sucia.
Navarro es tan precandidato del PSOE como Saavedra. A mi jucio es un precandidato peor. Pero él no sólo está respetando la reglas del juego: si hay juego es gracias a su decisión y arrojo. Intentar convertirlo en un apestado ante los afiliados -que es lo que están haciendo los papistas- es una indignidad propia de miserables. Y -de paso- un error político.

Colchón:
Más papistas que su Sumo Pontífice, Felipe Hernández o Melchor Núñez o Eustaquio Santana contribuyen a la sensación de que las primarias están desarrollandose de una forma sucia