a babor

Hace algún tiempo, le incluí en una relación de diputados ‘culiparlantes’, que -según feliz definición del cronista parlamentario Márquez Reviriego- son esa mayoría silenciosa de señorías cuya única actividad conocida es votar lo que se les dice que voten. En los primeros años de las Cortes democráticas, antes de que se inventara el recuento electrónico, sus señorías votaban levántándose, para que el secretario pudiera anotar con más facilidad los ‘si’, los ‘no’ y las abstenciones. De ahí lo de culiparlantes: señorías cuya dedicación a la ‘rex’ se mide en función de cuando y cuanto separan el trasero del sillón.
Recuerdo que convertí en ‘culiparlante’ a nuestro hombre, porque Coalición Canaria había realizado por aquellas fechas un estudio comparativo de las intervenciones en el Congreso, de dónde colegí que los diputados canarios del PP trabajan mucho menos que los de Coalición. El se enfadó mucho, y posiblemente con razón: es dificil para un diputado del PP -o del PSOE-, competir en dedicación y presencia con uno de un grupo menor. La dinámica de los grandes grupos parlamentarios impide el exceso de lucimiento: hay que repartir el tiempo entre todos.
En cualquier caso, ha sido Miguel Cabrera Pérez-Camacho algo más que un diputado ‘culiparlante’. Desde luego que no ha intervenido tanto como a él le habría gustado, pero su vocación ha sido siempre la del estrellato. Es un tipo al que le gusta colocarse en la parte afilada, y de natural resulta conflictivo: dejó ATI defraudado por el comportamiento de su partido en la votación parlamentaria de las peleas de gallos, se integró en el PP, peleó con la dirección local de Tenerife, y logró imponerse en el Congreso con el apoyo de Cascos. En medio de la guerra mediática entre el PP y el grupo PRISA, hizo unas valientes declaraciones al períodico ‘El País’, levemente críticas con el comportamiento de los suyos. Ahora anda peleado con su colega el diputadín Medina. Y se siente infrautilizado.
Quizá ocurra porque no ha logrado satisfacer como diputado esa tendencia suya a ser el muerto en todos los entierros. Le ocurre de una forma natural: es vistoso, echado p’alante, su estilo resulta llamativo y un pelo provocón. Pero hay que decir de él que es un tipo honesto a carta cabal, y que esa es su mejor y más inconfundible seña. Será por buena crianza, o quizá por oficio (fue inspector de Hacienda), pero respira seriedad y rigor. Lo que se dice un ejemplo de tipo íntegro, de esos que no abundan demasiado: su decisión de dejarle al PP el escaño que ganó con el PP no me sorprende nada. Ya hizo lo mismo cuando salió de ATI. Ojala cundiera su ejemplo.

Colchón:
Será por buena crianza, o quizá por oficio (fue inspector de Hacienda), pero lo suyo es la seriedad y el rigor. Lo que se dice un ejemplo de tipo íntegro.