a babor
Si muero, que me entierren: siempre he pensado que ya le achicharran a uno lo suficiente en vida. Y si me reencarno (cualquiera sabe, a lo peor Dios es un bromista), que sea en uno de esos tipos que se dedican a poner nombres a las operaciones policiales o a las maniobras militares: dudo que exista una ocupación más divertida.
Resulta que la OTAN está realizando, en el corredor que lleva de Canarias al estrecho de Gibraltar, unas maniobras militares de rutina. El ejercicio, denominado ‘Tapón 98’, maneja el supuesto de que desde una Canarias independiente se suministren armas, intendencia y cobertura a un enemigo presumiblemente mediterráneo, musulmán y dictatorial, que andaría armando bronca con un pacífico país vecino y neutral, también islámico, pero menos. El supuesto de que Canarias sea independiente no responde a previsisiones separatistas, sino a la necesidad operativa de que las maniobras se produzcan en un entorno geopolítico posible, por poco probable que resulte.
A lo que se vé, se trata éste de un escenario más bien clásico, en el que hay un agresor, un agredido, un aliado del agresor, y las fuerzas de la OTAN en su papel de Séptimo de Caballería. Exactamente igual que en Kosovo, sólo que en estas maniobras el ‘aliado ruso’ de los agresores servios es archipielágico, y en vez de tener a Yeltsin de presidente, pues tendríamos a Victoriano o a un José Luis Alamo, es un suponer…
Lo gracioso del asunto son los nombres elegidos para nombrar a los paises implicados en ‘Tapón 98’: al agresor lo llaman ‘Agresia’, que tiene más letras que Libia, por ejemplo; al agredido ‘Bonancia’, que tiene menos que Mauritania, también por ejemplo, y a Canarias la bautizan como ‘Incordia’, que -fijate que cosa- va y resulta que no tiene ni más ni menos, sino justo las mismas letras.
Entre los supuestos de la maniobra, la OTAN tiene que considerar la posibilidad de que desde esa ‘Canarias independiente’ se pueda facilitar a ‘Agresia’ la tecnología necesaria para fabricar armamento tóxico o biológico para la destrucción masiva del adversario, como si al coronel Muhamar le hiciera falta que alguien le facilite lo que ya tiene desde hace años. Uno, que de estrategia, táctica y misiles sabe más bien nada, lo único que puede decir es que el nombrete de ‘Incordia’ nos viene tan bien que ni pintado. Me pregunto si también se le ocurriría a Julio Bonis, después de parir la tontería esa de la ‘Ley de Residencia’.
Colchón:
Se trata de un escenario más bien clásico, en el que hay un agresor, un agredido, un aliado del agresor, y la OTAN en su papel de Séptimo de Caballería