a babor
No nos habíamos recuperado de lo del muchacho este -Bartolín, el secuestrado de pega-, y resulta que hay una epidemia desatada. Afecta el cerebelo de los cachorros de Nuevas Generaciones, pero habrá que andarse con ojo, no vaya a ser que se extienda.
Mientras se identifica el virus que nos anda alelando a los niños conservadores, sera cuestión de darle a la historieta de nuestro particular Jordalín, la importancia que tiene, que tampoco es tanta. Para empezar, por supuesto que Jordalín debería dimitir: eso no es siquiera discutible, por mucho que Macías se lo siga haciendo de abuelete comprensivo. El responsable cabildicio del Plan contra Incendios de Gran Canaria no puede ser descubierto -y grabado ‘in fraganti’- en plan Nerón telefónico, inventándose incendios para entretener al personal del 112. Mucho cachondeo parece.
Pero más allá de la dimisión de Jordalín, tampoco es cuestión de rasgarse las vestiduras por lo accesorio: considérese el asunto propio de chiquillaje y óptese por el castigo del cese. Y a esperar que el chiquillo se haga mayor en unos años, a ser posible sin tener la responsabilidad del Plan contra Incendios de la isla en sus traviesas manos.
Ya puestos, quizá fuera conveniente reflexionar sobre el clima absurdo que acompaña la travesura de Jordalín. Un clima que -en relación con el Plan Canario de Seguridad- ha colocado las relaciones en entre PP y Coalición al borde de la ruptura. Por ejemplo: sería bueno recordar que el PP se abstuvo en la votación parlamentaria del Plan, que fue apoyada por toda la Cámara, exceptuando al propio PP. Y habría que recordar también la reiterada sorpresa de los responsables de Interior por el hecho de que haya sido más cordiales y fluídas las reuniones para coordinar a la Policía Nacional y la Guardia Civil en el Plan, que para integrar en él a los bomberos de Gran Canaria. O la sorprendente decisión del delegado Antonio López (un tipo en general circunspecto y sensato), que ha exigido que los números de la Guardia Civil y la Policía que colaboran en el Plan no lo hagan uniformados, como si resultara ignominioso hacerlo. O esa invención de un ‘Plan integral de Seguridad’ réplica del Canario, que nadie sabe lo que es. Aunque se sospecha que lo más ‘integral’ que propone será establecer una dieta macrobiótica para las Fuerzas de Seguridad.
Jordalín se ha portado como un tonto de capirote. Bueno sería aprovechar el bochorno para que los suyos se lo tomen con algo más de fundamento.
Colchón:
Mientras se identifica el virus que anda alelando a los niños conservadores, habrá que darle a la historieta de Jordalín la importancia que tiene, que no es tanta