a babor
Ha pasado un entero fin de semana, pero seguro que no se ha recuperado todavía del soponcio. Y es que al pobre Rafael Pedrero, dirigente de ese partidete instrumental que es AIGRANC (contestado incluso en los tribunales, hay que ver lo que da de sí un partido tan pequeñito), pues le tocó bailar con la más fea: tuvo que leer el discurso de Victoriano Ríos a la convención nacionalista. En total, quince folios de muy espesa reflexión política, cargados del archipielágico lirismo de nuestro más archipielágico prócer. Después de leer la sarta de obviedades que le tocaba, es posible que Rafita Pedrero se trabucara un poco. Por eso, cuando a lo mejor lo que tenía que decir era algo relativo al «primer Gobierno nacionalista de Canarias», le salió lo del «primer Gobierno nacionalista de Canada».
No se escuchó ni una risa. Es más: yo diría que nadie cayó en la cuenta de que Pedrero podría haber cambiado la longitud y la latitud del Gobierno. Quizá andaba la gente dormida después de los diez primeros discursos mañaneros, o quizá -tratándose de un diserto vicario del doctor Ríos- a nadie le sorprendió que se hablara de Cánada, que ya saben que al doctor siempre ha querido ser votante en Quebec, como Pedro Medina, para vivir el fracaso de la independencia un poquito más de cerca. Como no he leído la transcripción del discurso de Victoriano, pues no me atrevo a asegurar que lo de Pedrero fuera necesariamente una metedura de gamba. También puede ser que Victoriano ande abriendo camino: no en vano quiere que Coalición se integre en Estrasburgo en un grupo parlamentario de «naciones sin estado», integrado por escoceses, flamencos, corsos, y supongo yo que también quebequenses. El que los de Quebec no sean estrictamente europeos no debiera resultar un impedimento, siempre puede ser considerado como una de esas singularidades que Europa tiene la obligación de reconocernos a todos.
Total, que no sabemos si al pobre Pedrero se le fue el santo al cielo, o fue a Victoriano a quien se le fue el demonio hasta las mismas Américas. Fuera lo que fuera, nadie lo tomó demasiado en cuenta. Eso tampoco constituye una novedad: suele ocurrir casi siempre que de Pedrero se trata.
Y digo yo que es que no entienden el mensaje oculto de Victoriano. Porque a lo peor quiere Victoriano recurrir a Canadá si el PSOE se opone en el Congreso a que Aznar vete la Agenda 2000 para el caso más que probable de una rebaja de las ayudas de Estado. Si así fuera, a lo peor lo que hace falta es una buena guerra. Como la del fletán. Y de eso el Gobierno -el de Canada- entiende lo suyo.
Colchón:
Quiere Victoriano que Coalición se integre en Estrasburgo en un grupo parlamentario de «naciones sin estado», integrado por escoceses, flamencos, corsos…