a babor
Al final, comprendo que José Luis Alamo prefiriera fugarse del magno ágape coalicionero. Y es que casi cuatro horas ininterrumpidas de discursos peregrinos es más de lo que debe exigirse a cualquiera, por muy fetén nacionalista que sea ese cualquiera. Alberto Amorós y Manolo Diepa, que también son del PNC (pido perdón, resulta que en el PNC no eran dos, sino tres), sí asistieron al convite, y explicaban por los pasillos que ellos son de Coalición Canaria, como anunciando una nueva escisión. Me pregunto qué ocurrirá si de verdad se escinde todavía más el PNC. Dentro de poco, para seguir escindiéndose tendrán que arrancarse los brazos o las piernas: PNC. Dentro de poco, para seguir escindiéndose tendrán que arrancarse los brazos o las piernas: PNC escindido, sector Piernas Izquierdas; PNC escindido del PNC sector Piernas Izquierdas, grupo DGP (Dedo Gordo del Pie)…
En fin, que Amorós y Diepa aguantaron el tostón coalicionero con cara de felicidad. Son un par de patriotas: tenían una disculpa ideológica para librarse y sin embargo, allí estaban. Empiezo a pensar que los nacionalistas son realmente de una pasta muy especial.
Al grano: hablaron primero Mendoza, después Julio Bonis, después Paulino, y así hasta llegar al trío dirigente -Mauricio, Olarte, Hermoso, en ese orden-, pasando por un representante de cada una de las islas. También, de florero, sacaron a la señora de Zumaquero, doña Eusebia de la Nuez. Resulta que habían descubierto que los trece discurseadores eran todos ellos de género masculino, y optaron entonces por colar fuera de programa a una fémina, y nadie mejor para lucir.
Doña Eugenia estuvo discreta. No así Rafita Pedrero: resulta que Victoriano no vino al ágape, porque se casaba su hijo menor, y cuando nos las prometíamos felices por librarnos de su diserto, hete aquí que sale Pedredito y nos lee quince folios seguidos, desde la Conquista a la etapa supermoderna, pasando por las islas realengas y señoriales y hasta la toma de la Bastilla. Y es que cuando Victoriano se pone, se pone…
Total, que andaba todo el mundo frito, soñando con los canapeses y el recreo previsto de una hora, cuando Barragán anuncia que no, que hay retraso y que todo de un tirón. Entraron Mauricio, muy puesto, como si se lo hubiera estudiado (aplausos, aplausos, bises) y luego Olarte, que logró arrancar un par de carcajadas al patio, pero nada más. Y luego Hermoso: al terminar se envolvió en la bandera de Canarias, pero se le veían los pies por debajo.
¿Será que le queda chica?
Colchón:
Amorós y Diepa aguantaron el tostón coalicionero con cara de felicidad. Son un par de patriotas: tenían una disculpa ideológica para librarse y sin embargo, allí estaban