a babor

Va de una rana: la rana quería zamparse una mosca que revoloteaba encima de un tazón de leche y un error de cálculo hizo que acabara el bicho nadando en el blanco líquido. Daba pena ver a la pobre rana, desesperaba por salir y sin lograrlo, moviendo y moviendo sus remos hasta el mismo agotamiento, mientras la mosca, posada al borde del tazón, se partía de risa y le animaba a rendirse: «no te esfuerces, no saldrás nunca», le decía. Pero el batracio era muy voluntarioso: había conseguido sobrevivir a las burlas de muchas moscas, y aunque fuera por no dar su anca a torcer, seguía batiendo y batiendo en la leche con toda la fuerza de la que era capaz. Tanto batió y batió la leche la rana, que acabó por convertirla en mantequilla. Luego se subió a la mantequilla, dió un salto, se zampó a la mosca burlona y se fue tranquilamente, anque -eso sí- bastante cansada.
La fábula de la rana viene a cuento por los piropos de mosca que anda recibiendo Olarte en los últimos días. Le llegan los piropos desde el mismo borde del tazón en cuyo seno lleva batiendo Olarte incansablemente las ancas desde hace tres años, intentando sobrevivir al empacho de leche que le recetó Hermoso. Y ahora resulta que son muchas las moscas que aplauden su posible nominación como candidato y se felicitan por el comentario realizado por Hermoso sobre la viabilidad del tandem Olarte-Adán Martín. Son muchas moscas, muchos moscones, mosquitos y moscardones los que juran que eso lo habían pensado ellos antes y que la idea es estupenda por muchísimos motivos: porque permite a Hermoso ser la bola carambola de la presidencia partidaria coalicionera, porque mantiene el reparto del poder territorial, porque garantiza que ATI seguirá manteniendo la sartén del Gobierno por el mango (el de Olarte, en este caso, al que Adán se aferraría con más fuerza que cuidado), en fin… por motivos suficientes para que a todo el mundo le parezca bien lo de hacérselo de a dos en bicicleta.
Pero yo que Olarte no me fiaba: si volvierámos a la fábula, habría que recordar que los piropos no convierten la leche en mantequilla. Lo que hace mantequilla es el batir de las ancas, el negarse a perecer ahogado en secreciones glandulares de vaca. Lo dicho: yo que Olarte no me fiaba. Es verdad que hay versiones infantiles de la fábula de la rana que cuentan que rana y mosca se hicieron al final amigas. Pero son versiones poco creibles: la fraternidad no ha convertido nunca la leche en mantequilla. Si Olarte quiere ser presidente, lo mejor que puede hacer es seguir batiendo sin pausa. O convencer a Adán Martín para que se meta con él en el tazón. Y subirse después encima.

Colchón:
La fraternidad no convierte la leche en mantequilla: si Olarte quiere ser presidente, lo mejor que puede hacer es seguir batiendo sin pausa las ancas