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En la medianoche del miércoles, pocas horas después de concluída la sesión plenaria del Parlamento de Canarias en la que José Mendoza recibió la recomendación expresa de negociar con los docentes de Secundaria, el consejero concedió una sorprendente entrevista a Canal 7. Ante el atónito conductor del programa, Antonio Herrera, acompañado en su asombro por los telespectadores, Mendoza dijo dos cosas increibles.
La primera, calificó de «espejismo» el acuerdo del Parlamento. «Los periodistas y los enseñantes (aquí se refire a los docentes, no es que el profesorado de Secundaria se dedique al exhibicionismo) han sufrido un espejismo… el Parlamento no me ha mandatado a negociar». Mendoza, apenas unas horas después de sufrir la descalificación de sus propios compañeros, y tras recibir la recomendación unánime del Parlamento de sentarse a negociar con los representantes del profesorado, cree que son todos los demás -docentes, diputados, periodistas- los que se han equivocado. Es como si el consejero estuviera decidido a mantener contra viento, marea y pronunciamiento parlamentario la soberbia y la radicalización de esta estúpida guerra entre la Consejería y los profesores. Mendoza juega con las palabras: no es que no acate la recomendación del Parlamento, es que el Parlamento ha ratificado la posición enrrocada de la Consejería y su estrategia de tierra quemada.
La siguiente declaración de Mendoza riza el rizo del despropósito y le deja totalmente con el trasero al descubierto: tras acusar a García Ramos y a la portavoza del PP, Consuelo Rodríguez, de «deslealtad» contra él, contra la Consejería y contra el Gobierno, Mendoza revela al público una conversación privada con Manuel Hermoso, en la que el presidente le habría comentado que no pudo aguantar la ‘desleal’ intervención de García Ramos y habría abandonado la sala de sesiones para no seguir oyéndole. Más allá de la evidencia de que la relación de Hermoso con García Ramos -y con algún otro ático de pro- anda más bien tocada de muerte, más allá de la considerración de que contarle a Mendoza un secreto es arriesgado… la cosa es que al calificar de ‘desleal’ el comportamiento de los portavoces parlamentarios del Gobierno, Mendoza reconoce explícitamente que ha recibido un varapalo.
Antes del pleno, Mendoza aseguró que si resultaba desautorizado dimitiría. Como no va a hacerlo, anda metido en equilibrios malabares con las palabras. Entre el ‘espejismo’ de los demás y la ‘deslealtad’ de los suyos, debería sentarse a negociar de una vez.
Colchón:
Mendoza califica de «espejismo» el acuerdo del Parlamento: «los periodistas y los enseñantes han sufrido un espejismo… el Parlamento no me ha mandatado a negociar»