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Tras la celebración del Congreso Regional el mes pasado en la Feria, el PP inició por Tenerife la cascada de congresos y asambleas que cerrarán el proceso de renovación de mandos de los conservadores canarios. Ayer, en el mismo salón dónde CajaCanarias celebra sus asambleas anuales, el PP chicharrero despidió entre aplausos sentidos y unanimidades forzadas (la oposición no votó para no revelar su escasa fuerza) al que durante los últimos seis años ha sido su presidente, Ignacio González Martín. Su sustitución por Francisco de la Barreda, consejero de Industria por decisión precisamente de González Martín, demuestra que el proceso de reemplazo de los ‘viejos mandamases’ por personas vinculadas a la actual estructura del poder regional -un proceso que se extiende a todas las islas- no tiene el más mínimo afán rupturista. Responde más bien a una decisión de Bravo y Nacho González negociada directamente entre los que se van y los que llegan. Así ha ocurrido en Tenerife, y así ocurrirá igualmente en Gran Canaria, dónde Maria Eugenia Marquéz sustituye sin traumas a Juan Andrés Melián, que arropa y avala el tránsito.
Después de años y más años con el PP canario instalado en la antropofagia y sumido en peleas entre clanes y tribus, debe producir a los líderes del principal partido de las islas un legítimo orgullo y satisfacción descubrir en sus filas tanta disciplina, tanta unanimidad y tanto paseo militar. Es cierto que el ejercicio del poder tiende a unir y disciplinar, sobre todo si el poder se ejerce con dificultades y sin mayorías. Pero no todo el mérito del actual apaciguamiento en las cocinas del PP es de los resultados electorales. En los últimos años también se ha producido una sólida renovación en las actitudes y los estilos, que se demuestra incluso en el protagonismo público de las nuevas voces críticas a la dirección. Curiosamente, la mayoría de estas voces, tanto en Gran Canaria -José Miguel Soria- como en Tenerife -Peréz Camacho, Guillermo Guigou, Alfonso Soriano- proceden de gentes que disfrutan de importantes parcelas de poder político. Antes no ocurría así: antes no se oponían los mimados por la suerte, sino los desplazados, los que no tenían un carguito o una prebenda que llevarse al coleto.
Estos cambios demuestra que el nuevo PP es capaz de generar espectativas en sus cuadros intermedios y de crear cantera. Demuestra que la actual fuerza y peso del PP en Canarias no es sólo fruto de la coyuntura política nacional. El PP ha encontrado ya un sitio -y un sitio en absoluto desdeñable- en el paisaje político de la Canarias del futuro.

Colchón:
No todo el mérito del apaciguamiento en las cocinas del PP es de los resultados electorales. También se ha producido una renovación de actitudes y estilos