a babor
Pleno inmisericordemente aburrido, pero no sólo por el plúmbeo diserto del Diputado del Común y la plumbea réplica del común diputado Eligio Hernández. Entre la gestión de nuestro defensor de ciudadanos desvalidos durante el año 95 y las reflexiones eligiacas emanadas de toda una vida de decantación jurídica, se consumió la siesta. La del gomero Pedro Medina, el más grande diputado regional, que dormitó plácida y tranquilamente bajo el arrullador verbo de Arcadio Díaz y la voz tonante de su viejo amigo el jurista Eligio.
Un pleno realmente muermo, sí, en el que hasta el PSOE acabó por votar -críticamente, por supuesto-, la propuesta del PP para rerradicar el chabolismo, a pesar de sus evidentes limitaciones y carencias. Un pleno, tan, pero tan aurrido, en el que los únicos atractivos fueron sendos ajustes de cuentas que se produjeron a expensas de la tribuna parlamentaria.
El primero, entre los majoreros José Miguel Barragán y Eustaquio Santana. El primero planteó una propuesta liminarmente inconstitucional sobre la conveniencia de acotar los puestos de trabajo a crear en Fuerteventura para que sean desempeñados por ciudadanos majoreros en primera instancia y canarios en segunda. Barragán se pasó por el arco de triunfo desde la Constitución hasta el Tratado de Maastrich, pero ahí se las den todas… Eustaquio Santana le restregó su inefable ignorancia acusándolo de sectario, insolidario, arbitrario y no se cuantas cosas más, pero en realidad lo que hacía era pasarle al cobro los últimos días de marejada municipal en Puerto del Rosario. Anda el alcalde preocupado por un concejalillo del PP que se le ha puesto díscolo y por la alegría que se traen en Asamblea Majorera ante posibles (que no probables) dificultades para el ‘Pacto de Hierro dulce’ entre el PSOE, el PP y los independientes de Fonfín. Por cierto, que los de Fonfín cada día son menos independientes y más ‘populares’, dicho sea de paso y sin ánimo de incordiar.
El otro ajuste de cuentas fue mucho más evidente. Tuvo como protagonista activo a Nacho González, y como sujeto pasivo (y algo sorprendido) al ‘coherente’ y precesante Viéitez, al que el joven dirigente conservador propinó varios sartenazos en la testa a cuenta de pasados fuegos. Don Nacho hurgó en el Diario de Sesiones para recordarle a Viéitez el incumplimiento de lo prometido el verano pasado, cuando La Palma y Tenerife fueron pasto de las llamas. Viéitez dijo entonces que se tomarían medidas para evitar la repetición de situaciones similares, pero o no se tomaron, o al consejero lo cogieron ayer justamente en bragas. Los redactores de su respuesta a la interpelación de don Nacho no esperaban que éste convirtiera la misma en una sucesión encadenada de preguntas y el consejero no pudo más que leer unos interminables listados. Don Nacho se sonreía en su escaño, feliz por la misión cumplida: el muy ‘coherente’ precesante sabe ya que los excesos de coherencia ideológica no eximen de traerse la tarea estudiada.