a babor

La historia, ya lo sabes, empezó con una inoportuna denuncia a cuenta de las subvenciones del Gobierno de Canarias al Complejo Agroindustrial de Teguise, esa suerte de bosque de Sherwood que le sirve a Dimas Martín para ejercer de Robin Hood en los ratos libres, tirando de talonario en vez de usar el arco y las flechas. La denuncia la presentó Segundo Rodríguez, un consejero socialista del Cabildo de Lanzarote, que parece haber perdido los nervios en los últimos tiempos, y al que ahora le ha dado por cazar periodistas a cañonazos: ayer mismo replicaba a un artículo crítico de Jorge Coll, director de Lancelot, enviando una nota de prensa a todos los medios de comunicación de Canarias y parte del extranjero.
Don Segundo, que es un exagerado, tuvo cuando lo de la denuncia la desafortunada idea de meter a Antonio Castro en el mismo saco que Dimas. Pero al meter a Castro en el entuerto, cometió una de sus conocidas torpezas: desvió la atención del personal hacia el consejero, que además es de los que se ponen enfermos de histeria compulsiva por cualquier cosa que le saque feo en los papeles. Castro amenazó con dimitir si Saavedra no enjuagaba inmediatamente su honor herido, como si don Segundo fuera el que aquí reparte patentes de honestidad, en vez de un socialista conejero más bien indisciplinado y con propensión a hacer lo que se le antoja según qué día.
Como siempre, Saavedra intervino utilizando su habilidad para el doble lenguaje, y sin mojarse ni un milímetreo más allá de lo absolutamente imprescindible: elaboró un mensaje para el público, otro para Castro Cordobez y otro para Segundo Rodríguez. El llamó a Castro por teléfono para tranquilizarlo, y lo tranquilizó tanto que el consejero llaó incluso a los periódicos para retirar unas declaraciones en las que se había despachado a gusto. Y mientras Saavedra tranquilizaba, Augusto Brito anunció a los medios de comunicación que el PSOE había decidido ‘recomendar’ a los socialistas conejeros que actuaran en consecuencia a la resolución adoptada por el Comité Regional (en la que se exculpa a Antonio Castro de cualquier actuación irregular), al tiempo que por lo bajini ordenaba al PSOE conejero que se dejara de chorradas. En el PSOE conejero se pasaron las instrucciones de la ejecutiva socialista mismamente por el arco de triunfo, provocándo incluso una seria trifulca en el grupo parlamentario, a cuenta de presuntas indiscreciones de Marcial Rodríguez en el ‘affaire’ de los bulbos. Hubo quien recordó lo ocurrido un año atrás en El Hierro y se habló de ruptura en el PSOE.
El follón al final quedó en nada. Pero ha servido como cortina de humo a la adquisición del complejo agroindustrial -en bancarota- por una empresa pública que pagamos entre todos. Los fuegos artificiales organizados por esa eminencia de la política que es don Segundo, han permitido a Dimas despistar al personal y salirse con la suya. Y van…