Es que no para José Rodríguez de darle a la pluma: extraordinario editorial el de este sábado, en defensa del Diputado del Conún, Manuel Alcaide, que fue seriamente vapuleado en el Parlamento esta misma semana por la presentación de un informe inconsistente y bastante ramplón. Alcaide, que se mantiene en el cargo de Diputado del Común después de dos años de haber vencido su mandato porque los grupos parlamentarios no logran ponerse de acuerdo en quien será su sustituto, y él no dimite, ya tuvo su momento de gloria, cuando -recien estrenado en la Diputación del Común- se sumó a las tesis xenófobas de Pepe Rodríguez y calificó de «auténtica invasión» la llegada de inmigrantes a las islas. Hoy por mí, mañana por tí, José Rodríguez le devuelve el favor con un comentario maravillosamente explícito, en el que defiende la idoneidad de Alcaide no por su trabajo, o por el informe del Diputado -que reconoce no haber leído- sino por su ‘herencia familiar’. ¡Toma ya! Un pedacito del texto, que pueden encontrar completo en El Día, ya saben. «Sus señorías reprueban al Diputado del Común por su informe correspondiente al año 2008. No entramos en dicho informe porque lo desconocemos. Sin embargo, nos ponemos del lado de Manuel Alcaide por su trayectoria, por su dignidad personal y por su herencia familiar, pues son sus parientes personas muy dignas.»
«Creemos en él pero no en el Parlamento. El Parlamento es un antro político infecto; no como institución, ya que como institución nos merece mucho respeto, sino por la categoría de quienes ocupan sus escaños. De todas sus «señorías» sólo salvamos a dos o tres. Entre ellas al dignísimo Miguel Cabrera Pérez Camacho, que es el único que no cobra sueldo, ni dietas, ni nada; el único que no esquilma a un pueblo hambriento. En EL DÍA, lo repetimos, no hemos detectado la menor falta de honradez por parte de Manuel Alcaide. El hecho de que los socialistas pidan su dimisión y los populares lo critiquen duramente se debe a que los políticos buscan descargar las culpas en quienes los censuran por su ignominia. Una estrategia que a la larga se vuelve contra ellos, pues poco a poco se va destapando que los acusados son personas competentes y honradas, mientras que a los acusadores sólo cabe calificarlos de incompetentes. Los ruines siguen siendo ruines por muchas tretas que amañen para ocultar sus felonías. ¿No fueron dignas de reprobación sus señorías cuando desahuciaron a sus vecinos para construirse cómodos despachos? ¿No lo son ahora cuando pierden el tiempo con ese inútil Estatuto, en vez de aprobar una declaración que exija de una vez la independencia de Canarias? ¿No obran contra los intereses de todas las Islas cuando permiten que una sola, la más desangelada de todas, se arrogue el sobrenombre de gran?» Pues eso, hoy por tí, y ya veremos si pasado Manuel Alcaide se suma agradecido a lo de quitarle el ‘gran’ a la isla de los secarrales…
De obsequio, para los sufridos lectores, la portada de un ‘Super Pop’ encontrado en Canarias Bruta: otro homenaje de la red al prócer nivariense y sus obseiones. Seguro que nos llegan más.